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domingo, 12 de enero de 2014

El «parcelismo» no sabe de crisis




ABC- CORDOBA

Día 12/01/2014

Desde 2007, los residentes en parcelas diseminadas crecen casi un 20 por ciento mientras el núcleo urbano se estanca

El «parcelismo» no sabe de crisis
EL parón en el sector inmobiliario no parece casar con la vida que sigue habitando decenas de asentamientos periféricos de Córdoba, en su mayor parte parcelaciones. Aunque el impulso de proyectos de viviendas, el negocio hipotecario, los precios y la compra-venta de inmuebles sigue a la baja por el momento, la faz parcelista no ofrece el mismo rictus y se ha convertido en una especie de «refugio» transitorio donde esperar a que amaine el temporal económico.
Cuáles no serán los síntomas de vitalidad que esta otra forma de vivir y ser tan cordobesa mantiene, que la Gerencia de Urbanismo, en horas muy bajas, ha focalizado en el «parcelismo» cierto nicho de reactivación económica para cuadrar unas cuentas muy desequilibradas.
Proyecciones presupuestarias aparte, la tozudez de los números muestra a las claras cómo el fenómeno de vivir en la periferia o estas urbanizaciones —muchas de ellas irregulares— no entiende de crisis. Así lo pone de manifiesto un instrumento estadístico del INE que se difunde en paralelo a los datos del Padrón. El nomenclátor es un instrumento que contabiliza la dimensión poblacional de una ciudad, en este caso Córdoba, de manera muy desagregada.
Así, a bote pronto, a finales de 2012 la población de la capital comprendía a 328.841 personas. El núcleo urbano central, la ciudad como tal, integraba a 297.365 vecinos mientras que los 31.476 cordobeses restantes habitaban de manera diseminada uno de los términos municipales más grandes de Andalucía. Si estos indicadores se contraponen a los que el INE reflejaba en 2007, la conclusión es que durante todos estos años de crisis los residentes en parcelaciones y núcleos periféricos (sobre todo los primeros) aumentaron casi un 20% al pasar de 26.518 a cerca de 31.500, unos cinco mil más. Por el contrario, el núcleo central de Córdoba estancó su población en torno a los 297.000 habitantes.
Al bajar un peldaño más en el análisis del nomenclátor se confirma aún más el papel de atracción que este tipo de asentamientos (donde prima mucho la autoconstrucción de viviendas, eso sí, con lagunas legales y tributarias) está ganando. Núcleos tradicionales como Majaneque, Alcolea, Trassierra o El Higuerón ganan población en este lustro, pero lo hacen a través de urbanizaciones situadas en su entorno. Por ejemplo, mientras apenas crece la unidad de Alcolea, sí lo hacen Porrillas, Ribera Baja o El Sol, por no decir Encinares de Alcolea, que casi duplica su padrón.

Del llano a la sierra

El Higuerón se estanca, pero asentamientos como Llanos del Castillo y Terrenos del Castillo casi duplican su población. Sucede lo mismo con Majaneque, que engorda un 20 por ciento sus residentes gracias al eje de la carretera del Aeropuerto, especialmente La Golondrina o Fontanar de Quintos. Estamos en una zona, además, inundable. Una tercera referencia en este sentido puede ser Santa María de Trassierra. El coqueto punto serrano, que en verano multiplica su densidad, desciende levemente desde 2007, pero parcelaciones como El Salado, Campo Alegre o La Caballera siguen su progresión imparable.
De otro lado, cabe destacar el crecimiento en Encinarejo, la zona de Las Quemadillas y Villarrubia, también con numerosos núcleos satélite.

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