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jueves, 19 de septiembre de 2013

La concejala de las casas ilegales


el país

En Chiclana, la mitad de sus 80.000 habitantes vive en viviendas sin licencia. El partido que les representa obtuvo en mayo dos ediles y ahora gestiona el caótico urbanismo del municipio




 
Hay una ciudad en Cádiz en la que la mitad de sus casi 80.000 habitantes vive en casas ilegales. Y donde la concejala de Urbanismo reside en una de ellas. La ciudad es Chiclana y vive atrapada en un limbo legal. Ha tenido que retomar una norma urbanística de 1987porque la justicia anuló sus planes generales posteriores y no puede dar ninguna nueva licencia de ocupación. Marisol Ayala, la responsable del Urbanismo, llegó a la concejalía procedente de un partido vecinal que representaba a los ilegales y cuyo programa pedía amnistía para estas construcciones, reducciones de las multas y la legalización de sus propiedades al mínimo coste.
Ayala, nacida en Villambistia (Burgos), se instaló en Chiclana hace una década. Llegó con su marido y su hijo y se compró una casa en la urbanización de la Rana Verde, en un suelo que estaba catalogado como no urbanizable. Dice que buscaba tranquilidad. Aunque su vivienda ya no estaba sujeta a ninguna sanción, al haber prescrito el delito urbanístico se enfrentaba a un sinfín de problemas. No tenía agua corriente ni alcantarillado. Como la suya, hay otras 15.000 viviendas en Chiclana
En cualquier otro sitio, que la concejala de Urbanismo tenga una casa ilegal sería un escándalo. Allí se ve como un episodio más de la desidia y del caos. Nadie sabe cuándo empezó todo. Ni quién fue el primero. Chiclana creció paulatinamente ante los ojos virados de las Administraciones, que consintieron que en suelos rústicos, en zonas inundables, en espacios protegidos, se fueran levantando muros. Y dentro de los muros se construyeron casas. Y dentro de esas casas empezó a vivir gente.

No fue hasta iniciado el siglo XXI cuando el Consistorio de Chiclana, gobernado hasta entonces por el PSOE, inició la regularización de viviendas. Planteó unas ordenanzas donde se establecía qué debía pagar cada propietario por dotar a su urbanización de servicios básicos como el agua, el saneamiento o la luz. Una media estimada por los vecinos establecía que una parcela media de 1.000 metros cuadrados tendría que abonar unos 38.000 euros. “Muy caro”, decían en el pueblo. Así que los vecinos se rebelaron. Marisol Ayala estaba entre ellos.La mitad de Chiclana vive en 18 millones de metros cuadrados donde el planeamiento impide construir. Elboom inmobiliario de los años ochenta y noventa creó un negocio de evidente rentabilidad y dudosa legalidad en el que se vendían y compraban casas que, en realidad, no aparecían en ningún planeamiento. Y en ese negocio participaron todos. Los vecinos construían y vendían, otros compraban, los bancos daban hipotecas, los notarios firmaban escrituras y el Ayuntamiento cobraba los impuestos. La rueda circulaba sin obstáculos.
Crearon la Plataforma de Afectados por la Regularización, que la Fiscalía de Medio Ambiente de Cádiz llegó a tildar de lobby, para conseguir hacer legal lo ilegal al mínimo coste. Ayala encabezó manifestaciones que resultaron multitudinarias. En 2007, el PP accedió al poder. Y Marisol Ayala vio que el nuevo Gobierno municipal tampoco atendía sus reclamaciones.
Ahí surgió la idea de crear un partido político. “Para morder desde dentro”, dijo en campaña. Hizo promoción de su Partido Vecinal Regionalista (PVRE) —el “puré”, como le llaman en Chiclana— puerta a puerta, prometiendo amnistía a las casas ilegales, rebajas y reducción de sanciones a las viviendas donde el delito urbanístico no había prescrito. Vecinos suyos llegaban a recibir multas de hasta 120.000 euros. También pesan sobre algunas casas órdenes de derribo. Los jueces no siempre las dictan, a pesar de los esfuerzos de la fiscalía para que estas demoliciones sean ejemplos contra el descontrol urbanístico.
Marisol Ayala arrancó 2.843 votos en las elecciones de 2011. Consiguió dos concejales. Fue la tercera fuerza más votada, por detrás PP y PSOE y por delante de IU. El PP empezó a gobernar en minoría hasta que, finalmente, su alcalde, Ernesto Marín, para garantizarse la estabilidad y poder aprobar sus Presupuestos, terminó aceptando firmar un pacto con el PVRE. Y entregó a Ayala la Concejalía de Urbanismo y Vías y Obras. Es decir, las áreas donde se deciden sanciones urbanísticas, prioridades en infraestructuras o regulación de viviendas. Marisol Ayala, representante de los vecinos de casas ilegales.

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