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jueves, 24 de febrero de 2011

UN AÑO DESPUÉS

Un año después de la primera riada de 2010, la situación no ha cambiado ni un ápice. Seguimos con el lodo hasta arriba, ya que solo limpian las zonas turísticas y se pelean entra la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento para ver quién se responsabiliza de limpiar el cauce del río y retirar el lodo. Menudo ejemplo de debate y de civismo están mostrando las administraciones a los ciudadanos, en vez de ponerse de acuerdo y solucionar el problema que afecta tanto al Casco Histórico y Urbano como a los parcelistas.

            Desde la Plataforma consideramos que limpiar continuamente el lodo es tirar el dinero en el río, cuando se podrían hacer informes técnicos y tomar las medidas adecuadas para evitar las inundaciones que provocan desde la Agencia Andaluza del Agua.

            Ahora que se acercan las elecciones escuchamos continuas promesas típicas como “vamos a hacer tal….”, “queremos crear cual…” “prometemos solucionar esto otro…”, sin embargo, a menudo somos testigos de sus engaños, pues no cumplen con sus palabras cuando se sientan en el poder y olvidan a quienes le han puesto ahí, se preocupan de sus propios intereses y “la culpa de todo siempre la tienen otros”, incluso sus votantes.

            Podemos observar que los pantanos siguen estando por encima de los límites recomendados para garantizar la seguridad del ciudadano en plena temporada de lluvias. La Agencia Andaluza del Agua demuestra todavía que para ella es más importante almacenar agua y el consecuente interés económico que supone los ingresos que obtendrán con la venta del excedente de agua a los agricultores, estaciones hidroeléctricas e incluso a los ciudadanos consumidores ¿Qué ocurriría si lloviera copiosamente, hubiera que vaciar los pantanos basándonos en los episodios anteriores del mes de febrero del año pasado y anterior mes de diciembre? Lamentablemente la Agencia Andaluza del Agua se ha limitado a despreocuparse de las consecuencias de soltar el agua contenida en los pantanos en momentos críticos de lluvia, actuando al límite para no perder la capacidad de agua acumulada anteriormente  y que recuperan durante las mismas precipitaciones. Esto declara, mediante su gestión, que no les importan la consecuente inundación que provoca con tal de no perder “su agua” y mantener la “hucha llena”.

            Una previa consulta al Instituto Meteorológico puede prevenir una catástrofe similar, si se utiliza la información para gestionar adecuadamente los pantanos y precavidamente soltar el agua progresivamente, antes de las precipitaciones, por presa y prioridad,  aunque eso suponga bajar la cota de los pantanos y peder un pequeña cantidad del agua que probablemente recuperen con las precipitaciones sin provocar una inundación tras otra. Teniendo en cuenta que una limpieza adecuada del cauce fluvial  garantizaría una libre circulación del agua, esta medida de precaución evitaría el desbordamiento del río. Por el contrario, las continuas inundaciones y la falta de tomar dichas medidas, provocan que se desvíe el cauce del río, se creen islotes y nuevas zonas inundables, que el río crezca en anchura en vez de en profundidad, lo que también supone una pérdida de terreno. Sin embargo, en vez de responder a la lógica aquí descrita, se limitan a pronunciar frases que suenan como eslóganes publicitarios, tales como “ el río es una fuerza viva que va cambiando de curso con el tiempo” lo cual me deja en estado atónito.

            Observamos como en el casco urbano, a lo largo de la historia, se han llevado a cabo medidas que han hecho navegable el río y garantizado la seguridad de los ciudadanos construyendo diques, canalizando el río en algunos de sus tramos o afluentes, y han creado toda una parafernalia turística muy rentable para las administraciones y negocios que se lucran de este sector. Desgraciadamente, la mayoría de los afectados por las inundaciones no somos foco de dicho turismo y parece ser que tampoco de dicho progreso que garantice nuestra seguridad con tales medidas.

            A menudo escuchamos como nos tratan como ciudadanos de 2ª, e incluso, 3ª categoría, parece que en un Estado de Derecho, somos carentes de estos, pues tenemos que ver como se lucha por otros sectores sociales sobre la ilegalidad de su situación mientras a nosotros nos tratan como “sin papeles” y nos culpan de ello. Nosotros, aquellos a los que se consideran ciudadanos de de 2ª y 3ª, que tenemos las mismas obligaciones que el resto, somos quizás más conscientes de la necesidad de mantener el entorno natural limpio y cuidado, pues vivimos en dicho entorno, y a menudo, individuos inconsciente y no educados en esta limpieza y pulcritud, nos han obligado a ser nosotros mismos los que retiremos la basura que se deposita en las inmediaciones del río o se arroja al mismo, lo que afecta aún más las consecuencias de las inundaciones. Aunque esto sería abrir un debate sobre civismo y consciencia social sobre la necesidad de mantener limpio, al menos y como mínimo, el entorno natural.

            Nuestra experiencia viviendo en la actuales zonas inundadas, que no inundables, permiten que podamos decir que hemos sido testigos de habernos podido bañar, pescar e incluso beber de los veneros que afloraban por doquier en la orilla del río, donde había un agua nítida y limpia, hemos crecido sabiendo respetar el medio ambiente y hemos sido víctima de ver como se ha ido contaminando día a día por fabricas, almazaras, entres otras industrias,… nuestra anterior agua limpia y transparente. El agua se ha obstaculizado en algunas zonas del cauce del río, con instrumentos rudimentarios para beneficio de subestaciones eléctricas, lo que ha evitado que ésta siga su curso fluvial natural y desviándolo, provocado la muerte de numerosos peces en el momento de desovar a contracorriente.

            A su vez, numerosas empresas han ensuciado el río con escombros y han dañado el ecosistema de la zona, provocando el derribo de algunos árboles que han estorbado el trabajo de las graveras, el agua se ha ido pintando de oscuro y cubierto de una película grasienta que despierta dudas sobre su potabilidad. La contaminación es tan evidente que ni el baño ni la pesca son seguros, e indudablemente beber, entre otras cosas porque no hay veneros ¿a quién culpamos de todo esto, puede que a nosotros o a las administraciones?,  ¿a quién corresponde cuidar el río?

            En los comentarios que aparecen en algunos medios de comunicación vemos como se refieren a los parcelistas de una manera despectiva, da la sensación de que somos chabolistas o marginados sociales y no lo que  en verdad somos. Las ciudades crecen y se crea una necesidad de suelo para vivir y habitar, algo similar al histórico éxodo rural, solo que ahora ocurre en la periferia de la ciudad, se ha experimentado una creciente necesidad de suelo consecuencia del crecimiento de la población. Sin embargo, la situación ilegal de los parcelistas no afecta únicamente  a un puñado de viviendas, sino que integra a grandes núcleos de población, lo cual no se crea de un día para otro.

            Por parte de las autoridades competentes en la materia, “se ha ido dejando hacer” hasta nuestros día, sin embargo, la visión de muchos ciudadanos es que el propio parcelista tiene la culpa de su situación. Muchas de estas parcelas han pagado el I.C.O.,  el I.B.I., además de otras contribuciones, como el resto de ciudadanos ¿de quién será la  culpa entonces? El número de habitantes de la periferia ya es el segundo núcleo más poblado de Córdoba, con más de 50.000 hab., que llega a superar a Lucena, por lo que queda constatado que nos somos un asentamiento marginal.

            Si por parte de las administraciones no han sabido o se le han ido de las manos la Ordenación del Territorio, solo ellos son los culpables y responsables. Por lo tanto, exigimos de las administraciones un compromiso a corto y medio plazo para regularizar nuestra situación de ilegalidad de las zonas afectadas y garantizar la seguridad y prevención de inundaciones.

            Nos consideramos ciudadanos de 1ª: médicos, maestros, abogados, ingenieros, funcionarios, empresarios, autónomos, licenciados y trabajadores de todos los oficios, que luchamos todos los días `por hacer de nuestra ciudad la mejor, y nos sentimos orgullosos de ser ciudadanos de 1ª.

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